Soy Adriana Ballesteros. Escribo Libros para público infantil y juvenil que se publican en Argentina, Colombia, México y Perú.

Historias desde casa es un libro difícil de reseñar y no porque sea un libro difícil de leer, todo lo contrario, es un libro ameno, de fácil lectura, con historias tiernas, descabelladas algunas, hilarantes otras y con un denominador común: todas las historias están contadas desde la experiencia del encierro que padecimos la humanidad entera allá por ese extraño y demoledor 2020. Historias desde casa fue premiada por #Alija como "Mejor antología 2020 - 2021". Y antología es lo que más se aproxima si debemos etiquetarlo en algún género aunque no se ajuste del todo al concepto. Son diez historias escritas por diferentes autores y hasta ahí coincide la etiqueta, pero se sale del molde en un punto esencial que convierte a este libro en una obra única: Cada historia está basada en la historia anterior y cada una de ellas debía ser escrita con sus personajes, que se repiten a lo largo de la obra, transitando el encierro (después de todo y como bien lo describe el título, de eso se trata). Un libro difícil de reseñar, porque es casi imposible hablar solo del contenido sin hablar del proceso de creación ya que el contenido es producto directo del proceso. En cuanto al proceso, todos esperaron el puntapié inicial que estuvo a cargo de Márgara Averbach con su historia "Dormir en el patio". Un juego de postas a cargo de los autores. En cuanto al contenido podemos decir que las diez historias logran finalmente describir un lapso determinado de tiempo en la vida de un puñado de personas que comparten una calle de un barrio que podría ser cualquiera. Vecinos que a pesar del encierro conviven e interactúan de diferentes maneras. En #historiasdesdecasa hay romance y conflictos, música y silencio. Hay pájaros, perros y gatos. Son diez historias que finalmente conforman una sola. Un libro de ficción testimonial, si se permite esta nueva etiqueta, porque sin dudas refleja un momento histórico y sin precedentes que tuvimos que transitar de la mejor manera posible. Es un documento del que participaron diez escritores, diez ilustradores y un cuerpo editorial y técnico, cada uno desde su encierro, lo que le brinda a este libro una perceptible e indudable honestidad"

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Punto final.

Tiempo atrás, en el país de las letras, las oraciones eran diferentes a las que escribimos a hoy. Aunque comenzaban todas con mayúscula ( que es una letra más grande) no llevaban un punto sobre el final.

Por aquel entonces cada vez que alguien finalizaba la oración dibujaba un redondel como este: 0

Todos los habitantes del país de las letras y los pueblos vecinos escribían asi:

  1. Arturito rompió el juguete0

El juguete fue roto por Arturito0

Los gatos blancos maúllan de noche0 Los gatos negros, también0

Todo estaba bien. Hasta que un día...

Un bello día de sol y cielo azul, un día repleto de aire colorido y de voces de chicos jugando en el jardín, el redondel sintió algo extraño: un sentimiento gris, nublado, lluvioso. El redondel sintió que se aburría.

─Me aburro ─dijo.

Y miró hacia el horizonte y vio un cielo azul, un lago verde, árboles, nubes, trapecios, chimeneas y ventanas.

Vio todo lo que no conocía y ansiaba descubrir.

Vio el mundo.

¿Quien dijo que hacer cuentas es aburrido? Libro ideal para aprender y divertirse en casa o en el aula.

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Entre sumas y restas, signos que se pierden, palabras bonitas, otras que se esconden, y un redondel que no quiere ser punto, Abacadefio y Numerosa se enamoran y recorren el País de las Letras y el Reino de los Números en busca de cuentos para contar y cuentas para sumar, multiplicar, dividir y restar. Dos relatos de Adriana Ballesteros que proponen un divertido acercamiento a la lectoescritura y a las operaciones matemáticas básicas.

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La trenza robada (ADELANTO- FRAGMENTO)

La trenza robada

--Nos interesó especialmente su perfil.

Mis Lohan se acomodó los lentes y dejó en el escritorio la lapicera con la que había jugueteado

--Como usted ya sabe, se trata de un empleo temporario, sólo por el verano. Su trabajo consistirá en dar clases de apoyo a los dos hijos de la señora de Achával. Por esta tarea cobrará...

La suma triplicaba lo que yo ganaba en un año.

Había llegado a esa oficina céntrica, porque una amiga había visto el anuncio en una red laboral. "Mirá esto, es justo para vos" me había escrito, y por fin, esa calurosa tarde de noviembre, después de tres entrevistas, me confirmaban que había sido elegida para el puesto.

--Por supuesto cobraría un adelanto --dijo sonriendo muy amable, -para que puedan hacer frente a los gastos del viaje y el vestuario. El trabajo es en una casa de las afueras, como es un sitio alejado, tendría que mudarse con nosotros durante ese tiempo. ¿No le molesta, ¿verdad?

Me contuve para no saltar de alegría- No, por supuesto-contesté.

-¿Conoce Los altos de Halle?

Lo conocía de oídas, es un barrio cerrado donde vive gente de mucho dinero.

-Lucio, Eliseo y Lolita son muy buenos chicos; un poco "remolones" (sí, usó esa palabra) a la hora de estudiar, pero no va a tener problemas.

"¡Ajá!" pensé "Los niñitos deben ser tan tremendos que no hay profesor que aguante", pero enfrentar chicos problemáticos es algo que sé hacer bien.

-Esa no será su única tarea, deberá, como sin duda ya habrá imaginado, respetar las normas de la casa y obedecer todas las pequeñas órdenes que la dueña de casa pueda dar; siempre que se trate de órdenes razonables, se entiende. No hay problema, ¿verdad?

-Ninguno.

-Perfectamente. Por ejemplo, en lo que concierne al vestuario, la señora es muy estricta ¿sabe? Si le pidiéramos que utilice la ropa que nosotros le proporcionáramos, no habría inconveniente, ¿verdad?

"Por esa suma me pongo una nariz de payaso", pensé, pero confieso que miré de reojo el uniforme gris ratón de Miss Lohan.

-Muy bien. Entonces la esperamos mañana a las 9:00.

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