Cuentos para contar

Cuentos para contar

Abacadefio Y Numerosa

La Prima Leila

La prima Leila que vivía en el pueblo del Buenorden, ese jueves 8 de marzo recibió un correo electrónico que decía: "Querida Leila:

Soy la abuela Cleo. Este domingo Numerosa deberá ir a Buenorden para arreglarles el tiempo, al parecer tienen los relojes de ayer marcando la hora de mañana, así que te pido permiso para que se quede unos días en tu casa mientras hace su labor.

─Ayy... -pensó la prima Leila, mientras miraba sus cortinas celestes bordadas con hilo azul, ─Ay -suspiró y siguió leyendo.

Sé que ustedes son distintas y que no se llevan del todo bien, pero tu sabes que Numerosa no es mala, solo es un poco desordenada.

-¿Un poco? -pensó Leila.

Bueno ( seguía la carta) está bien, Numerosa es bastante desordenada.

-¿Bastante?- volvió a pensar Leila.

Está bien: ( continuaba la carta) tu prima Numerosa es la persona más desordenada del mundo, pero tu sabes que muy buena, solidaria y siempre quiere ayudar.

─Ay.. -suspiró Leila por tercera vez.

La abuela Cleo no decía la verdad. Su prima no era la persona más desordenada del mundo. Numerosa era una desordenada al cubo (que quiere decir que era tres veces más desordenada que la persona más desordenada del mundo) Para que se hagan una idea ¿ustedes recuerdan sus habitaciones luego de jugar? Sumayresta era capaz de lograr un embrollo igual a ese, pero tres veces más grande (...)

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Punto final.

Tiempo atrás, en el país de las letras, las oraciones eran diferentes a las que escribimos a hoy. Aunque comenzaban todas con mayúscula ( que es una letra más grande) no llevaban un punto sobre el final.

Por aquel entonces cada vez que alguien finalizaba la oración dibujaba un redondel como este: 0

Todos los habitantes del país de las letras y los pueblos vecinos escribían asi:

  1. Arturito rompió el juguete0

El juguete fue roto por Arturito0

Los gatos blancos maúllan de noche0 Los gatos negros, también0

Todo estaba bien. Hasta que un día...

Un bello día de sol y cielo azul, un día repleto de aire colorido y de voces de chicos jugando en el jardín, el redondel sintió algo extraño: un sentimiento gris, nublado, lluvioso. El redondel sintió que se aburría.

─Me aburro ─dijo.

Y miró hacia el horizonte y vio un cielo azul, un lago verde, árboles, nubes, trapecios, chimeneas y ventanas.

Vio todo lo que no conocía y ansiaba descubrir.

Vio el mundo.


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Entre sumas y restas, signos que se pierden, palabras bonitas, otras que se esconden, y un redondel que no quiere ser punto, Abacadefio y Numerosa se enamoran y recorren el País de las Letras y el Reino de los Números en busca de cuentos para contar y cuentas para sumar, multiplicar, dividir y restar. Dos relatos de Adriana Ballesteros que proponen un divertido acercamiento a la lectoescritura y a las operaciones matemáticas básicas.

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